LOS SÍNTOMAS DE LA DESCOMPOSICIÓN
Las estrategias del gobierno ante el debate y la crítica
Raúl Prada Alcoreza *
¿Cómo explicar esa manera torpe de eludir la crítica y el debate? Después que el Manifiesto por la reconducción hiciera pública los temas candentes de la coyuntura política, la respuesta fue la de una inmediata descalificación y acusación. Un texto, cuya autoría es del Vicepresidente, publicado por la Vicepresidencia, difundido masivamente, acompañando la distribución del periódico Cambio, expresa la violencia descomunal del Estado.
Comenzando por un título estrambótico como eso de El “Oenegismo”, enfermedad infantil del derechismo (O cómo la “reconducción” del proceso de cambio es la restauración neoliberal), nos muestra de inicio el sentido de la violencia discursiva, explicita en el documento. Vaya uno a preguntarse qué tiene que ver un texto como este con un libro publicado por Lenin en plena discusión con la izquierda comunista europea. El libro de Lenin titula La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo; este libro entra en polémica con la izquierda de los partidos comunistas, izquierda radicalizada en el seno del movimiento obrero europeo.
Lenin explica la importancia internacional de la revolución rusa, las condiciones históricas que posibilitaron la revolución bolchevique, hace una descripción histórica de las etapas del ascenso del bolchevismo, hace un balance de las luchas de los bolcheviques y de los enemigos identificados, luchas que permitieron el fortalecimiento del partido; después pasa a caracterizar a la “izquierda” alemana, a sus jefes, al partido, a la clase obrera y a la masa. Se hace preguntas del momento como si deben actuar los revolucionarios en los sindicatos reaccionarios, si deben participar en los parlamentos burgueses. También se hace una caracterización del comunismo de “izquierda” en Inglaterra.
En el anexo se analizan cuestiones como la escisión de los comunistas en Alemania, la relación de los comunistas e independientes en Alemania, así mismo se analiza el papel de Turati y su gente en Italia, para terminar apreciando que esta “izquierda” saca conclusiones falsas de premisas justas. A Lenin jamás se le hubiera ocurrido descalificar a esta “izquierda” como “derecha”. Se trataba de un debate con las tendencias radicalizadas del comunismo. No vamos a evaluar aquí ese debate de la segunda década del siglo XX, sólo vamos a decir que Lenin se dio la tarea de debatir con estas tendencias radicales en momentos de peligro para la revolución y observando las escisiones de la izquierda y del comunismo en Europa, en momentos que seguramente creía que se requería sobre todo unidad en el movimiento obrero internacional.La Unión Soviética ha caído estrepitosamente a fines del siglo XX, ¿quién tenía razón en la discusión? Eso lo dejaremos pendiente. Lo que llama la atención es la pretensión de ser un libro leninista un texto que cae en la diatriba y no retoma la crítica, un texto que atribuye el valor de categoría explicativa a un término como “Oenegismo”, un texto que si bien habla de una enfermedad infantil, moteja esta enfermedad de derechismo, sin comillas.
Alguien que ha leído El 18 de Brumario de Luis Bonaparte de Karl Marx, sabe que un proceso político es eso, un proceso atravesado por tendencias; hay tendencias que persiguen ir adelante, otras que pretenden mantener un paso lento, otras que buscan el equilibrio de fuerzas, y otras son restauradoras. Todas estas tendencias están asociadas a la lucha de las clases.
Se entiende que haya tendencias que conciban un proyecto más radical; que se pueda hacerlo o no, que estén dadas las condiciones, es parte del análisis, también se entiende que haya tendencias que persigan volver atrás, si se pueda hablar así, restaurar el orden, como también se entiende que en este intervalo haya otras tendencias más mesuradas. Pretender que no hay nada a la izquierda de un gobierno “popular” es como pretender que ese es el límite último, más allá no hay nada. Sólo así se explicaría que todas las críticas al gobierno son sólo discursos de derecha. Este esquema absolutista no es sostenible desde la perspectiva de El 18 de Brumario de Luis Bonaparte.
¿De dónde se saca que las críticas al gobierno solo pueden ser enunciados por la derecha? Obviamente esta apreciación no viene de un análisis objetivo, sino de un sentimiento, de una sobrevaloración absoluta del gobierno y de su conducción. Viene de un imaginario defensivo. A este comportamiento - teóricos como Gilles Deleuze y Félix Guattari - se ha llamado paranoico, tiene que ver con la paranoia del despotismo. De alguna manera los conductores del Estado, los gobernantes, terminan siendo paranoicos. Estos autores definían un juego de contraposición en los personajes del poder, entre el mago prestidigitador y el jurista, entre el guerrero y la norma; en este juego o a través del mismo, comprendiendo las contraposiciones, se definen los escenarios de la genealogía del Estado como una máquina codificadora y de captura.¿Lenin era guerrero o jurista? Buena pregunta. ¿De qué depende? ¿Del momento, de la coyuntura? ¿Cuándo criticaba a la “izquierda” europea, qué era? ¿Qué es el Vicepresidente cuando blande su garrote azul, el libro que descubre el “Oenegismo” como enfermedad infantil del derechismo? No es ciertamente un investigador, un científico social, un analista. ¿Será leninista, explicando a las tendencias radicales sobre las condiciones que posibilitaron la emergencia del proceso? No parece.
El perfil es mas bien de un furioso acusador y de un desesperado propagandista de los logros del gobierno. Es muy difícil tomar en serio la pretensión leninista del libro, independientemente de la evaluación de Lenin y del bolchevismo que se haga. Entonces estamos ante un libro que juzga, en el sentido de juicio, de penalización, de castigo. Estamos ante un tribunal supremo que aplica la ley; ¿Cuál ley? La ley que resulta del monopolio de la violencia, la ley que resulta de la verdad del Estado. Todo lo que atenta contra esta verdad es una mentira; toda crítica es una conspiración y está asociada al derechismo y a la restauración neoliberal. No hay cabida para la duda, no hay contradicciones en el proceso, solo hay “tensiones creativas” en la fase jacobina, una vez que se ha superado el empate catastrófico y hay una hegemonía indiscutible del bloque popular.
La demostración de estos grandes logros se lo puede expresar estadísticamente, la ciencia cuantitativa del Estado. Así se resuelve imaginariamente el problema, se hace desaparecer la problemática. Todo avanza según lo calculado. Esta representación tranquilizadora del proceso, esta apología del gobierno, ha sustituido la realidad por la diatriba, el panfleto y la propaganda.
Los síntomas de la descomposición
La acusación a los dirigentes del TIPNIS y de la marcha indígena por la defensa de la Madre Tierra en el Territorio Indígena y Parque Isiboro Sécure forma parte de una costumbre; esto ocurre cada vez que hay una marcha de las naciones y pueblos indígenas en defensa de la Constitución de sus derechos consagrados en el texto constitucional. Esta vez, así como las otras veces, se acusa de estar en contactos con la Embajada estadounidense.
¿Quieren hacernos creer que la marcha por la defensa del TIPNIS ha sido preparada por agentes de la Embajada? ¿Qué hay un acuerdo entre estados Unidos y los indígenas para desestabilizar el gobierno? ¿Es decir, que no hay ninguna razón para protestar, luchar por los derechos de la Madre Tierra y de las naciones y pueblos indígenas, que no hay que defender un territorio indígena, saneado y sacramentado, y que cuenta con título de propiedad colectiva? ¿Qué todo es una conspiración norteamericana? ¿Podemos creer semejante argumentación, que blande como prueba lo que dicen que son “extractos” de llamadas y no “pinchazos”, queriendo calmar la ansiedad de sus consciencias culpables? ¿Quiénes creen esta violencia contra la lógica y el sentido común? Obviamente la población estrepitosa de los “lluncus”.
Esta desvergonzada y descarada acusación es un síntoma de algo grave; cuando se recurren a estos métodos morbosos y perversos de desinformación y manipulación vulgar de los hechos es porque algo se esconde, algo grande y grave se esconde. ¿Qué es? ¿Defensa de intereses empresariales? ¿Madereros, agroindustriales, soyeros, cocaleros, ilícitos? ¿Defensa de los acuerdos con el gobierno brasilero para implantar el IIRSA y los corredores transoceánicos, corredores que vehiculizan la depredación, el extractivismo, el comercio trasnacional y también del comercio delincuencial? ¿En qué están metidos los señores acusadores, que hasta su comportamiento, en unos casos nervioso, en otros cínico, los denuncia? No lo van a decir. Pero lo que se juega, lo que está en juego es grande, pues no se explica de otra manera este desmesurado abuso de poder, de manipulación comunicacional, y de violencia gubernamental.
Estamos no solamente ante la crisis del proceso, ante la constatación de que se ha cruzado la línea, colocándose el gobierno al otro lado de la vereda, no solamente que ya se enfrenta al pueblo, que el gobierno se ha puesto en una disposición peligrosa oponiéndose al proceso y restaurando el Estado-nación, liberal y colonial, sino que estamos ante una diseminación y descomposición avanzada, en la medida que constatamos que las mafias, redes delincuenciales, metidas con el contrabando de tierras, el contrabando a secas y otros recorridos ilícitos, han terminado conformándose en grupos de presión, en grupos de poder, que empujan a la toma de decisiones.
La situación del proceso es mucho más grave si se constatan este deterioro del ámbito de relaciones, de estructuras y de instituciones comprometidas. Esta es la razón y estas son las condiciones que convierten a la batalla por el TIPNIS en una batalla crucial. Si se pierde esta batalla, la van a ganar las trasnacionales, las empresas madereras, el gobierno de Brasil, OAS, las mafias delincuenciales. Por eso es necesaria una movilización generalizada de todos los movimientos, organizaciones, sectores sociales, que son el contenido del proceso, pues lucharon por él y aprobaron la Constitución. Ahora están obligados a defender el proceso, a defender la Constitución, a defender la Madre Tierra y a construir el Estado plurinacional comunitario y autonómico.
Las estrategias del gobierno ante el debate y la crítica
Raúl Prada Alcoreza *
¿Cómo explicar esa manera torpe de eludir la crítica y el debate? Después que el Manifiesto por la reconducción hiciera pública los temas candentes de la coyuntura política, la respuesta fue la de una inmediata descalificación y acusación. Un texto, cuya autoría es del Vicepresidente, publicado por la Vicepresidencia, difundido masivamente, acompañando la distribución del periódico Cambio, expresa la violencia descomunal del Estado.
Comenzando por un título estrambótico como eso de El “Oenegismo”, enfermedad infantil del derechismo (O cómo la “reconducción” del proceso de cambio es la restauración neoliberal), nos muestra de inicio el sentido de la violencia discursiva, explicita en el documento. Vaya uno a preguntarse qué tiene que ver un texto como este con un libro publicado por Lenin en plena discusión con la izquierda comunista europea. El libro de Lenin titula La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo; este libro entra en polémica con la izquierda de los partidos comunistas, izquierda radicalizada en el seno del movimiento obrero europeo.
Lenin explica la importancia internacional de la revolución rusa, las condiciones históricas que posibilitaron la revolución bolchevique, hace una descripción histórica de las etapas del ascenso del bolchevismo, hace un balance de las luchas de los bolcheviques y de los enemigos identificados, luchas que permitieron el fortalecimiento del partido; después pasa a caracterizar a la “izquierda” alemana, a sus jefes, al partido, a la clase obrera y a la masa. Se hace preguntas del momento como si deben actuar los revolucionarios en los sindicatos reaccionarios, si deben participar en los parlamentos burgueses. También se hace una caracterización del comunismo de “izquierda” en Inglaterra.
En el anexo se analizan cuestiones como la escisión de los comunistas en Alemania, la relación de los comunistas e independientes en Alemania, así mismo se analiza el papel de Turati y su gente en Italia, para terminar apreciando que esta “izquierda” saca conclusiones falsas de premisas justas. A Lenin jamás se le hubiera ocurrido descalificar a esta “izquierda” como “derecha”. Se trataba de un debate con las tendencias radicalizadas del comunismo. No vamos a evaluar aquí ese debate de la segunda década del siglo XX, sólo vamos a decir que Lenin se dio la tarea de debatir con estas tendencias radicales en momentos de peligro para la revolución y observando las escisiones de la izquierda y del comunismo en Europa, en momentos que seguramente creía que se requería sobre todo unidad en el movimiento obrero internacional.La Unión Soviética ha caído estrepitosamente a fines del siglo XX, ¿quién tenía razón en la discusión? Eso lo dejaremos pendiente. Lo que llama la atención es la pretensión de ser un libro leninista un texto que cae en la diatriba y no retoma la crítica, un texto que atribuye el valor de categoría explicativa a un término como “Oenegismo”, un texto que si bien habla de una enfermedad infantil, moteja esta enfermedad de derechismo, sin comillas.
Alguien que ha leído El 18 de Brumario de Luis Bonaparte de Karl Marx, sabe que un proceso político es eso, un proceso atravesado por tendencias; hay tendencias que persiguen ir adelante, otras que pretenden mantener un paso lento, otras que buscan el equilibrio de fuerzas, y otras son restauradoras. Todas estas tendencias están asociadas a la lucha de las clases.
Se entiende que haya tendencias que conciban un proyecto más radical; que se pueda hacerlo o no, que estén dadas las condiciones, es parte del análisis, también se entiende que haya tendencias que persigan volver atrás, si se pueda hablar así, restaurar el orden, como también se entiende que en este intervalo haya otras tendencias más mesuradas. Pretender que no hay nada a la izquierda de un gobierno “popular” es como pretender que ese es el límite último, más allá no hay nada. Sólo así se explicaría que todas las críticas al gobierno son sólo discursos de derecha. Este esquema absolutista no es sostenible desde la perspectiva de El 18 de Brumario de Luis Bonaparte.
¿De dónde se saca que las críticas al gobierno solo pueden ser enunciados por la derecha? Obviamente esta apreciación no viene de un análisis objetivo, sino de un sentimiento, de una sobrevaloración absoluta del gobierno y de su conducción. Viene de un imaginario defensivo. A este comportamiento - teóricos como Gilles Deleuze y Félix Guattari - se ha llamado paranoico, tiene que ver con la paranoia del despotismo. De alguna manera los conductores del Estado, los gobernantes, terminan siendo paranoicos. Estos autores definían un juego de contraposición en los personajes del poder, entre el mago prestidigitador y el jurista, entre el guerrero y la norma; en este juego o a través del mismo, comprendiendo las contraposiciones, se definen los escenarios de la genealogía del Estado como una máquina codificadora y de captura.¿Lenin era guerrero o jurista? Buena pregunta. ¿De qué depende? ¿Del momento, de la coyuntura? ¿Cuándo criticaba a la “izquierda” europea, qué era? ¿Qué es el Vicepresidente cuando blande su garrote azul, el libro que descubre el “Oenegismo” como enfermedad infantil del derechismo? No es ciertamente un investigador, un científico social, un analista. ¿Será leninista, explicando a las tendencias radicales sobre las condiciones que posibilitaron la emergencia del proceso? No parece.
El perfil es mas bien de un furioso acusador y de un desesperado propagandista de los logros del gobierno. Es muy difícil tomar en serio la pretensión leninista del libro, independientemente de la evaluación de Lenin y del bolchevismo que se haga. Entonces estamos ante un libro que juzga, en el sentido de juicio, de penalización, de castigo. Estamos ante un tribunal supremo que aplica la ley; ¿Cuál ley? La ley que resulta del monopolio de la violencia, la ley que resulta de la verdad del Estado. Todo lo que atenta contra esta verdad es una mentira; toda crítica es una conspiración y está asociada al derechismo y a la restauración neoliberal. No hay cabida para la duda, no hay contradicciones en el proceso, solo hay “tensiones creativas” en la fase jacobina, una vez que se ha superado el empate catastrófico y hay una hegemonía indiscutible del bloque popular.
La demostración de estos grandes logros se lo puede expresar estadísticamente, la ciencia cuantitativa del Estado. Así se resuelve imaginariamente el problema, se hace desaparecer la problemática. Todo avanza según lo calculado. Esta representación tranquilizadora del proceso, esta apología del gobierno, ha sustituido la realidad por la diatriba, el panfleto y la propaganda.
Los síntomas de la descomposición
La acusación a los dirigentes del TIPNIS y de la marcha indígena por la defensa de la Madre Tierra en el Territorio Indígena y Parque Isiboro Sécure forma parte de una costumbre; esto ocurre cada vez que hay una marcha de las naciones y pueblos indígenas en defensa de la Constitución de sus derechos consagrados en el texto constitucional. Esta vez, así como las otras veces, se acusa de estar en contactos con la Embajada estadounidense.
¿Quieren hacernos creer que la marcha por la defensa del TIPNIS ha sido preparada por agentes de la Embajada? ¿Qué hay un acuerdo entre estados Unidos y los indígenas para desestabilizar el gobierno? ¿Es decir, que no hay ninguna razón para protestar, luchar por los derechos de la Madre Tierra y de las naciones y pueblos indígenas, que no hay que defender un territorio indígena, saneado y sacramentado, y que cuenta con título de propiedad colectiva? ¿Qué todo es una conspiración norteamericana? ¿Podemos creer semejante argumentación, que blande como prueba lo que dicen que son “extractos” de llamadas y no “pinchazos”, queriendo calmar la ansiedad de sus consciencias culpables? ¿Quiénes creen esta violencia contra la lógica y el sentido común? Obviamente la población estrepitosa de los “lluncus”.
Esta desvergonzada y descarada acusación es un síntoma de algo grave; cuando se recurren a estos métodos morbosos y perversos de desinformación y manipulación vulgar de los hechos es porque algo se esconde, algo grande y grave se esconde. ¿Qué es? ¿Defensa de intereses empresariales? ¿Madereros, agroindustriales, soyeros, cocaleros, ilícitos? ¿Defensa de los acuerdos con el gobierno brasilero para implantar el IIRSA y los corredores transoceánicos, corredores que vehiculizan la depredación, el extractivismo, el comercio trasnacional y también del comercio delincuencial? ¿En qué están metidos los señores acusadores, que hasta su comportamiento, en unos casos nervioso, en otros cínico, los denuncia? No lo van a decir. Pero lo que se juega, lo que está en juego es grande, pues no se explica de otra manera este desmesurado abuso de poder, de manipulación comunicacional, y de violencia gubernamental.
Estamos no solamente ante la crisis del proceso, ante la constatación de que se ha cruzado la línea, colocándose el gobierno al otro lado de la vereda, no solamente que ya se enfrenta al pueblo, que el gobierno se ha puesto en una disposición peligrosa oponiéndose al proceso y restaurando el Estado-nación, liberal y colonial, sino que estamos ante una diseminación y descomposición avanzada, en la medida que constatamos que las mafias, redes delincuenciales, metidas con el contrabando de tierras, el contrabando a secas y otros recorridos ilícitos, han terminado conformándose en grupos de presión, en grupos de poder, que empujan a la toma de decisiones.
La situación del proceso es mucho más grave si se constatan este deterioro del ámbito de relaciones, de estructuras y de instituciones comprometidas. Esta es la razón y estas son las condiciones que convierten a la batalla por el TIPNIS en una batalla crucial. Si se pierde esta batalla, la van a ganar las trasnacionales, las empresas madereras, el gobierno de Brasil, OAS, las mafias delincuenciales. Por eso es necesaria una movilización generalizada de todos los movimientos, organizaciones, sectores sociales, que son el contenido del proceso, pues lucharon por él y aprobaron la Constitución. Ahora están obligados a defender el proceso, a defender la Constitución, a defender la Madre Tierra y a construir el Estado plurinacional comunitario y autonómico.
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