Fortunato Esquivel
Comenzó la era autonómica en Bolivia, en el mismo lugar donde hace 185 años los constituyentes de entonces firmaban la independencia del Estado que nacía centralista, gamonal y continuador del sistema implantado por los chapetones.
Hace 185 años, la plaza mayor estuvo abarrotada por españoles e hijos de éstos. El pueblo, como pueblo, los campesinos e indígenas ausentes, pero esperanzados en el cambio de su destino. La esperanza quedó con ellos y el poder con los españoles y sus hijos, denominados “criollos”, que pese a nacer en la nueva nación no se llamaban bolivianos, sino españoles. La historia y la iglesia católica así lo pueden certificar.
185 años después, la plaza hoy denominada 25 de mayo, estuvo concurrida por el pueblo y principalmente por los campesinos e indígenas, a pesar de la opositora cadena Unitel que se esforzaba en asegurar escasa asistencia. ¿Quiénes faltaron? Los burgueses, los gamonales, los que masacraron indígenas hace dos años, es decir, los descendientes de los “criollos”. Pero los bolivianos originarios estuvieron allí.
¿Terminó la confrontación?
“Felizmente terminaron las elecciones y ahora no queda más que trabajar”, dijo el presidente Morales, al dirigirse a los tres prefectos opositores que fracasaron rotundamente en sus planes por derrocarle y dividir Bolivia. Pero los tres gamonales, permanecieron tiesos en actitud de “no escuchamos”.
Al iniciarse el acto central, el trío permaneció con la boca cerrada al entonarse el himno nacional. Como son separatistas, su identificación está en otro rumbo. Costas, Suárez y Cossío, evitaron entonar el himno nacional de Bolivia, como evitaron otro signo de la ceremonia.
Los nueve gobernadores, fueron invitados a situarse en el escenario, frente a los retratos de los próceres de la república para tomar juramento ante ellos y frente al presidente Evo Morales Ayma.
En representación del Estado Plurinacional, Morales invitó a los nueve elegidos asumir la señal de su ideología o su creencia religiosa para jurar y tomar posesión de sus gobernaciones. Seis lo hicieron así, pero los tres gamonales, Suárez, Costas y Cossío, permanecieron tiesos y desafiantes. No juraron y a nuestro entender al no tomar juramento a sus cargos, no están posesionados.
Costas, que días antes se arrodilló, besó la bandera cruceña, más no la boliviana, hizo la señal de la muy sacrosanta iglesia católica y besó la cruz de sus dedos, no lo hizo en la Casa de la Libertad, no se acordó ni de las señales de su logia.
Suárez, sólo tres días antes, no dudó en vestirse con ropa de siringuero. Esa ropa de la que hace ascos porque pertenece a sus pongos. En política, todo se puede como decía ese pequeño-burgués Walter Guevara, “en política hay momentos que es necesario tragarse sapos vivos”. Suárez se los tragó, al vestirse de siringuero, sólo para recibir reconocimiento.
Cossío, que tampoco hizo señal alguna, ni la de los masones a los que pertenece, tampoco tomó juramento y permaneció tieso, sin actitud alguna. ¿Cómo serán recibidos, estos tres gamonales al retornar a sus departamentos? Todos en Bolivia, observaron que NO JURARON.
La convocatoria de Morales para terminar los actos de conspiración e intentos de separación del Estado, cayeron en saco roto. Allí estuvieron los tres, pero sólo en cuerpo, porque el alma se encuentra en el Conalde. En otros términos, la confrontación no ha terminado y continuará a partir de la reunión anunciada por John Cava, en apariencia elegido dirigente cívico por la eternidad.
Tres irredentos
Las actitudes de los políticos, sus poses, sus gestos y sus irreverencias, son mensajes de lo que se debe esperar, de ellos, no del pueblo que aparentan representar. Con trampas o sin ellas, los tres ganaron en las elecciones de abril. La población de Tarija, Santa Cruz y Beni espera una era de prosperidad y desarrollo, pero la mente de estos tres irredentos parece estar puesta en la continuidad de la confrontación.
Con o sin gamonales irredentos, los bolivianos nos encontramos ante un desafío como el que otros tuvieron aquel 6 de agosto de 1825. Aquellos inauguraban una era de liberación y nosotros otra de descentralización a través de las autonomías.
Los que nos precedieron se adentraron desordenadamente en el Estado centralista. Nosotros debemos hacerlo con mucho cuidado en las autonomías, penetrando como quienes lo hacen en un bosque poco conocido, paso a paso, con los ojos al frente, pero sin dejar de mirar nuestro pasado.
Que nos vaya bien a los bolivianos. Que el futuro nos permita vivir bien en un Estado descentralizado.http://alainet.org/active/38577
Comenzó la era autonómica en Bolivia, en el mismo lugar donde hace 185 años los constituyentes de entonces firmaban la independencia del Estado que nacía centralista, gamonal y continuador del sistema implantado por los chapetones.
Hace 185 años, la plaza mayor estuvo abarrotada por españoles e hijos de éstos. El pueblo, como pueblo, los campesinos e indígenas ausentes, pero esperanzados en el cambio de su destino. La esperanza quedó con ellos y el poder con los españoles y sus hijos, denominados “criollos”, que pese a nacer en la nueva nación no se llamaban bolivianos, sino españoles. La historia y la iglesia católica así lo pueden certificar.
185 años después, la plaza hoy denominada 25 de mayo, estuvo concurrida por el pueblo y principalmente por los campesinos e indígenas, a pesar de la opositora cadena Unitel que se esforzaba en asegurar escasa asistencia. ¿Quiénes faltaron? Los burgueses, los gamonales, los que masacraron indígenas hace dos años, es decir, los descendientes de los “criollos”. Pero los bolivianos originarios estuvieron allí.
¿Terminó la confrontación?
“Felizmente terminaron las elecciones y ahora no queda más que trabajar”, dijo el presidente Morales, al dirigirse a los tres prefectos opositores que fracasaron rotundamente en sus planes por derrocarle y dividir Bolivia. Pero los tres gamonales, permanecieron tiesos en actitud de “no escuchamos”.
Al iniciarse el acto central, el trío permaneció con la boca cerrada al entonarse el himno nacional. Como son separatistas, su identificación está en otro rumbo. Costas, Suárez y Cossío, evitaron entonar el himno nacional de Bolivia, como evitaron otro signo de la ceremonia.
Los nueve gobernadores, fueron invitados a situarse en el escenario, frente a los retratos de los próceres de la república para tomar juramento ante ellos y frente al presidente Evo Morales Ayma.
En representación del Estado Plurinacional, Morales invitó a los nueve elegidos asumir la señal de su ideología o su creencia religiosa para jurar y tomar posesión de sus gobernaciones. Seis lo hicieron así, pero los tres gamonales, Suárez, Costas y Cossío, permanecieron tiesos y desafiantes. No juraron y a nuestro entender al no tomar juramento a sus cargos, no están posesionados.
Costas, que días antes se arrodilló, besó la bandera cruceña, más no la boliviana, hizo la señal de la muy sacrosanta iglesia católica y besó la cruz de sus dedos, no lo hizo en la Casa de la Libertad, no se acordó ni de las señales de su logia.
Suárez, sólo tres días antes, no dudó en vestirse con ropa de siringuero. Esa ropa de la que hace ascos porque pertenece a sus pongos. En política, todo se puede como decía ese pequeño-burgués Walter Guevara, “en política hay momentos que es necesario tragarse sapos vivos”. Suárez se los tragó, al vestirse de siringuero, sólo para recibir reconocimiento.
Cossío, que tampoco hizo señal alguna, ni la de los masones a los que pertenece, tampoco tomó juramento y permaneció tieso, sin actitud alguna. ¿Cómo serán recibidos, estos tres gamonales al retornar a sus departamentos? Todos en Bolivia, observaron que NO JURARON.
La convocatoria de Morales para terminar los actos de conspiración e intentos de separación del Estado, cayeron en saco roto. Allí estuvieron los tres, pero sólo en cuerpo, porque el alma se encuentra en el Conalde. En otros términos, la confrontación no ha terminado y continuará a partir de la reunión anunciada por John Cava, en apariencia elegido dirigente cívico por la eternidad.
Tres irredentos
Las actitudes de los políticos, sus poses, sus gestos y sus irreverencias, son mensajes de lo que se debe esperar, de ellos, no del pueblo que aparentan representar. Con trampas o sin ellas, los tres ganaron en las elecciones de abril. La población de Tarija, Santa Cruz y Beni espera una era de prosperidad y desarrollo, pero la mente de estos tres irredentos parece estar puesta en la continuidad de la confrontación.
Con o sin gamonales irredentos, los bolivianos nos encontramos ante un desafío como el que otros tuvieron aquel 6 de agosto de 1825. Aquellos inauguraban una era de liberación y nosotros otra de descentralización a través de las autonomías.
Los que nos precedieron se adentraron desordenadamente en el Estado centralista. Nosotros debemos hacerlo con mucho cuidado en las autonomías, penetrando como quienes lo hacen en un bosque poco conocido, paso a paso, con los ojos al frente, pero sin dejar de mirar nuestro pasado.
Que nos vaya bien a los bolivianos. Que el futuro nos permita vivir bien en un Estado descentralizado.http://alainet.org/active/38577
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