¿Es legítima una elección presidencial con más de 60% de abstención, sin observadores y repudiada por la comunidad internacional?
(Agencias).- La destitución del presidente constitucional Manuel Zelaya ratificada por la mayoría del congreso de Honduras abrió un nuevo capítulo en la prolongada crisis política del país. Estados Unidos fracasó en su intento de legitimar comicios fraudulentos organizados por golpistas en un país sometido a una brutal represión desde el 28 de junio, con el aval de Colombia, Panamá, Costa Rica y Perú.
Luego de casi cinco meses de tensas negociaciones, el 30 de octubre el Congreso de facto hondureño debatió sobre la restitución de Zelaya en virtud de los acuerdos suscritos por representantes de éste y del jefe del régimen golpista Roberto Micheletti.
El lunes, Zelaya anunció que no aceptaría su restitución. "Ni restitución para legitimar el golpe ni para avalarles un proceso que está totalmente viciado de nulidad", subrayó y pidió que su caso sea llevado por la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El miércoles, el Congreso de facto determinó no restituir a Zelaya con 65 votos en contra y sólo nueve a favor, refrendando así el derrocamiento y expatriación del estadista por las fuerzas armadas el 28 de junio, validadas pocas horas después por el parlamento.
Lo que pasó en el Congreso fue un golpe de estado, dijo el diputado Edmundo Orellana, uno de los pocos miembros del Partido Liberal que defendió el retorno al orden constitucional. El legislador César Ham, del Partido Unificación Democrática, aseguró que la resolución congresal sólo agravará la crisis en Honduras.
Los principales actores del golpe -las fuerzas armadas, los poderes del régimen de facto y Estados Unidos- pensaban que las elecciones del pasado domingo normalizarían el país, pero su pronóstico no se cumplió.
Elecciones fraudulentas
Aunque Washington avaló los comicios del domingo, estos se celebraron sin el respaldo de la mayor parte de los países de América Latina y con la condena de casi toda la comunidad internacional.
Manipulación de cifras, alteraciones en maletas electorales y otras irregularidades se detectaron en los comicios. Según el Tribunal Supremo Electoral (TSE) alrededor del 60 por ciento del electorado asistió a las urnas, pero el Frente contra el Golpe de Estado informó que el abstencionismo rondó entre 65 y 70 por ciento, el más alto en la historia del país.
Varios medios de comunicación dieron fe del alto nivel de ausentismo en los comicios, y según Zelaya, esa cifra oscila entre el 60 y el 65 por ciento, que duplica la no concurrencia a las urnas cuando el ganó la presidencia.
El TSE dio la victoria al hacendado de derecha Porfirio Lobo de 62 años, postulado por el conservador Partido Nacional, cuyos 55 legisladores votaron en contra de la restitución de Zelaya.
Para algunos medios hondureños, como Radio Globo, Lobo, triunfador con cerca de un 15 por ciento de los votos, ganó los escombros de la asonada político-militar.
El alto nivel de abstención en la farsa electoral montada por los golpistas demostró que pese a todos los esfuerzos por mantener una apariencia de elecciones democráticas, el pueblo hondureño lo repudió categóricamente.
El Frente Nacional contra el golpe de Estado, que lidera la resistencia desde el mismo día de la asonada, desconoció los resultados de las elecciones, una farsa para legitimar la ruptura militar del orden constitucional. La vasta alianza de fuerzas populares ratificó que continuará la lucha por la restitución de la democracia y de Zelaya, así como por una asamblea nacional constituyente que refunde a la nación.
La mayoría del pueblo hondureño le dio la espalda y castigó a los golpistas; "la evidencia muestra que el pueblo espera una propuesta que traiga solución a sus vidas. Un nuevo contrato social que traiga el desarrollo con equidad, con justicia, con igualdad, y eso está en la Constituyente", precisó el ministro de la Presidencia del gobierno depuesto Enrique Flores Lanza.
Estados Unidos perdió
El presidente del Parlamento Andino por Venezuela Víctor Hugo Morales afirmó que el imperio estadounidense dio un golpe al pueblo hondureño en las elecciones del domingo. Sin embargo, el ganador de este proceso fraudulento fue el pueblo, la resistencia y el liderazgo del presidente José Manuel Zelaya, aseveró el ministro depuesto Enrique Flores Lanza.
Ni la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea, el Parlamento Europeo, ni el Centro Carter enviaron observadores. Sólo algunos funcionarios de la embajada estadounidense recorrieron pocos centros de votación, acompañados por "activistas" cubano-estadounidenses y de la mafia anticubana de Miami.
Desconocieron las elecciones fraudulentas Lula da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Tabaré Vázquez, Michele Bachelet, Rafael Correa y todos los gobiernos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Sólo los gobiernos serviles de Colombia, Perú y Costa Rica legitimaron los comicios.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva subrayó que Brasil desconocerá el resultado, pues legitimar ese proceso puede abrir un grave precedente en América Latina. "Brasil no tiene porque repensar la cuestión de Honduras", dijo y agregó la necesidad de mantener firmeza en las posturas para que sirva de alerta para otros aventureros.
"Todavía existen muchos países, sobre todo en América Central, en situación de vulnerabilidad política. Por lo tanto, Brasil no tiene que reconocer ni repensar la cuestión de Honduras", aseveró Lula.
La XIX Cumbre Iberoamericana pidió "la reposición del orden constitucional" en Honduras y declaró que "la restitución del presidente José Manuel Zelaya en el cargo para el que fue elegido democráticamente hasta completar su período constitucional (el 27 de enero) es un paso fundamental para el retorno a la normalidad".
El ministro de Asuntos Exteriores de España Miguel Ángel Moratinos dijo que su país no reconoce los comicios en Honduras, aunque considera que Lobo será "un nuevo actor" en la crisis.
Detenidos en Honduras
Por otro lado, la escritora hondureña Rebeca Becerra y su hija de siete años fueron detenidas hoy por elementos de la Policía Nacional en las instalaciones de la Secretaria de Cultura, Artes y Deportes.
Becerra se dirigía a esa dependencia con el propósito de cobrar el aguinaldo proporcional al que tiene derecho todo empleado, de acuerdo con el Código de Trabajo. Según fuentes cercanas a esta institución, la orden de captura fue girada por la ministra de facto de este organismo, Mirna Castro.
Esas mismas fuentes precisaron a Prensa Latina que a la escritora se le imputa el cargo de sustracción de documentos, sin embargo, testigos que trabajan en esta secretaria manifestaron que Becerra no llegaba a esta institución desde que fue despedida por el régimen impuesto por los golpistas.
Familiares de la detenida manifestaron que esta afrenta a la escritora se debe a la oposición que ha manifestado contra el golpe de Estado del 28 de junio pasado y a la instauración del régimen de facto.
Becerra ha publicado varios escritos condenando las acciones del régimen, razón por la que fue despedida de su cargo.
Antes del golpe de Estado, Becerra se desempañaba como funcionaria de la Secretaria de Cultura en el puesto de directora del fondo del libro.
La escritora es hermana del detenido desaparecido en 1982 Eduardo Lanza Becerra, quien fue secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH).
Según analistas esta acción marca el principio de una nueva serie de persecuciones para amedrentar a los miembros del Frente Nacional en contra del golpe de Estado, que lidera la resistencia pacífica a la asonada militar.
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