4 de diciembre de 2009

Si, señor, el “pepe”...presidente


El tipo es todo lo contrario.


Los zapatos comunes lo lastiman.


Sus pies son un desafío para el podólogo y las hormas.


La tierra de su quinta, y del camino de su casa, siempre viajan con él de alguna forma.


No tiene perros de raza y con papeles, apenas una perrita común y sin una pata.


Los diseños de Armani y Versace no están pensados para su cuerpo ancho y pesado.


Las corbatas de seda no encuentran un cuello desde donde colgar elegantemente hasta la cintura.


No huele a Polo, Mont Blanc o Dolce & Gavana. Apenas una colonia popular, después de afeitarse.


Su pelo y las tijeras se resisten mutuamente al encuentro, pero hacen pactos puntuales, por obligación.


El bigote ganó su permanencia por intransigente.


Su perfil no ofrece garantías de nobleza.


Las pequeñas gafas encuentran apoyo suficiente en la punta de la nariz afilada.


Y bajo las cejas pobladas sus ojos inquisidores y socarrones devuelven una mirada de niño de gruesas pestañas.


La fotografía social no se deleita con su sonrisa.


No practica ningún deporte.


El cigarrillo censurado seguramente realiza incursiones clandestinas entre sus dedos y su garganta sabe gustar de una buena copa o de un mate amargo bien cebado.


Forma parte de aquellos que se asomaron al infierno y saben disfrutar de la vida, pero también de aquellos que eligieron no detenerse en el Paraíso.


Fue líder de la guerrilla urbana. Fue derrotado. Fue acribillado.


Fue rehén de la dictadura militar y sobrevivió a la tortura, a la locura, a once años de cautiverio y de venganza.


Fue liberado en democracia, pero nunca amnistiado, y se dedicó a la política sosteniendo los mismos valores y principios que lo impulsaron a la lucha armada.


Cuando habla, todo el mundo presta atención.


Sus verdaderos adversarios saben que hay coherencias y verdades que no las sostiene el que quiere, sino el que puede.


Aunque su gesto natural es la sonrisa y el buen humor, no se demora en alzar la voz y en maldecir groseramente cuando se le vuelan los pájaros de la paciencia.


No es precisamente la imagen de un abuelo venerable.


Pobre por elección, sueña en voz alta, estudia, trabaja, agita los cambios colectivos.


Los poderosos no pueden encontrarle la vuelta, la gente lo vota sin que prometa nada.


La política, el aparato, el partido, las cúpulas, se quedaron de pronto sin casilleros para este hombre que está adentro pero a la vez está afuera del trillo habitual, de los moldes establecidos, del juego fácil.


Sus propios seguidores saben que no pueden acompasarle el tranco. Más bien, siempre saben que están en falta.


Los frívolos saben que no está en venta.


El tipo es todo lo contrario. Tal vez por eso nunca pueda ser políticamente correcto.


Cuando puede, se ocupa de sus flores.


Porque sabe que sus flores, algún día, se ocuparán de él.


Pero todavía no es tiempo. Hay mucho por hacer, por proponer y por molestar.


Fue Ministro de Ganadería.


Es Senador de la República.


Sus íntimos, le dicen “el Viejo”.


Todos lo conocen como “el Pepe”.


Este domingo 29 de noviembre de 2009 ha sido electo Presidente de la República Oriental del Uruguay...



De tanto en tanto, la historia nos interpela, nos desafía, nos conmueve...Y uno intuye, olfatea, y elige, de que lado estará...

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